Antes de iniciar este escrito de mi blog, un amable recordatorio: solamente restan 19 días de mi campaña para auto publicar mi próxima novela en inglés, español y francés. Aquí está la liga. Por favor visítenla y compartan la liga con sus listas de amigos y conocidos:
https://www.indiegogo.com/projects/mrinalika-a-third-world-romance-novel/x/8737005
Bien, pues vámonos a Sevilla: "¡Quien no ha visto Sevilla, no ha visto maravilla!"
Bien, pues vámonos a Sevilla: "¡Quien no ha visto Sevilla, no ha visto maravilla!"
La ciudad no era una "maravilla" cuando llegamos a ella pues estaba cayendo una tromba. Para empeorar las cosas, no habíamos recibido confirmación de nuestro futuro anfitrión y, por tanto, no teníamos donde alojarnos. El tráfico era intenso y para cumplir con la Ley de Murphy, los limpiaparabrisas estaban en tan mal estado que casi no veía yo el camino.
En una calle tranquila, encontré un espacio donde estacionar el coche y mientras la lluvia repicaba sobre el techo de auto, SIRI, la maravillosa aplicación que uno encuentra en los dispositivos de Apple, nos rescató. Utilicé el iPhone de Claudette para pedirle que encontrara algún hotel cercano a donde estábamos en ese momento.
Resultó que estábamos en el barrio de la Macarena, una de las partes más tradicionales e históricas de la ciudad; SIRI nos informó que habían seis hoteles en el área. Escogí el más cercano, llamé al teléfono que ofreció SIRI e hice una reservación.
La aplicación nos ofreció indicaciones de como llegar hasta el hotel pero yo preferí la seguridad y ya que aún llovía copiosamente me dirigí a una estación de taxis que estaba a una media cuadra y le pedí a un taxista que me guiara hasta el hotel.
Fue una buena selección: el hotel está a un lado de una gran avenida que nos permitiría salir de la ciudad rápidamente y sin problemas, muy cerca está la parada de un autobús que te lleva hasta el centro de la ciudad, y el hotel cuenta con una sistema de estacionamiento automatizado: llegas con el coche hasta la entrada del estacionamiento, tecleas tu número de reservación o habitación, se abre la puerta y entras con el auto a un elevador que es como un pequeño garaje, el elevador te lleva hasta el nivel del estacionamiento que te corresponde (el nuestro era el primer piso) y se abre la puerta del estacionamiento. Un altavoz indica que cajón que le toca a uno el número del cual también se despliega en una pantalla digital. ¡Excelente!
Subimos al lobby, nos registramos y subimos a la habitación a descansar un poco.
Nuestra suerte cambió ya que después de la comida, salió el sol. La recepcionista nos indicó que autobús tomar para llegar hasta el "casco histórico" de la ciudad y allá nos fuimos.
No tardó mucho tiempo el autobús en llegar y pronto estábamos en la terminal del centro de la ciudad, misma que está a un lado de un bonito parque llamado "La Plaza Nueva":
Caminamos hasta la parte del centro de la ciudad llamada "El Arenal". Este antiguo centro comercial está convertido en una área peatonal. La arquitectura de sus edificios, como la mayor parte de los barrios más viejos de Sevilla, es una mezcla de la España severa, conservadora de mediados del Siglo Veinte con la delicada gracia del estilo morisco.
La influencia de los Moros se nota aún en las pesadas estructuras construidas por la Iglesia, como se puede notar en esta entrada a la Catedral.
Sevilla, como la mayor parte de las grandes ciudades de Europa, ha rodeado su centro histórico con una serie de grandes distritos y barrios modernos y comerciales; pero, a diferencia de la mayoría de las viejas ciudades europeas, ha podido, como Córdoba y Granada al igual que otras ciudades del sur de España, crecer de manera ordenada con grandes avenidas y una planificación urbana que no solamente creo calles de manera estructuralmente correcta sino que incluyó una amplia gama de transporte urbano que invita a no utilizar los autos privados para ir al centro de la ciudad. Como ejemplo está este tranvía:
Se crea así una agradable mezcla de lo nuevo y lo antiguo. El Metro de Madrid es una maravilla de ingeniería urbana pues lo construyeron a una gran profundidad para no molestar las estructuras de la superficie; pero estos tranvías, como los de Paris o Burdeos, son más agradables pues no lo llevan a uno por oscuros túneles como lo hace el Metro sino que uno puede disfrutar de la ciudad pues pasan por en medio de ella sin perturbar a los peatones ni al tráfico vehicular.
Y hablando de pasar por en medio de ella, decidimos hacerle al turista y nos subimos a una calandria para dar un tour a la ciudad. Cerca de los antiguos muros de Sevilla, nos encontramos con un simpático cochero, como se dicen ellos mismos:
El cochero nos llevó por la orilla del río Guadalquivir, el que es un puerto de gran calada; pero también "sus aguas son la sangre que corre por las venas de Andalusia" como dijo el cochero poeta. El río está bordeado en ambos lados por avenidas que lucen grandes palmeras que le dan un aire tropical a la ciudad.
Del río pasamos al parque Maria Luisa. El parque era parte de los jardines del palacio de San Telmo. Pero, en 1893, fue donado a la ciudad por la Duquesa de Montpensier, la infanta Maria Luisa Fernanda. Un poco antes del inicio de la Primera Guerra Mundial, en 1914, la ciudad inició la construcción de lo que sería la Gran Exhibición Ibero-Americana de 1929. La mayor parte del parque fue incorporada a dicha Exposición.
Algunos de los edificios del parque albergaron las oficinas de la Feria; posteriormente se convirtieron en oficinas públicas.
La enorme estructura central de la Feria rodea la mitad del perímetro del parque. Hoy en día alberga museos, oficinas del Ejercito, y oficinas federales.
Ya de regreso al centro de la ciudad, nos fuimos a caminar por el corazón del viejo casco, el Barrio de Santa Cruz. "Hay barrio de Santa Cruz, hay plaza de Doña Elvira," dice la canción.
Lo han limpiado, pintado de colores alegres y sus calles ya no están pavimentadas de piedra bola, pero aún retiene su belleza y encanto..
Aquí es donde se congregan los turistas a tomar sus fotos y con buena razón. Fue el barrio de los Judíos antes de que fueran expulsados de España. Cuenta con algunas de las iglesias más antiguas de Sevilla y de España. La Catedral de la ciudad está aquí pero también la hermosa minarete (convertida en campanario) de la vieja mezquita, la Giralda. Hay mucho que fotografiar y mucho que ver pues las calles están sombreadas por naranjos y pavimentadas con mosaico andaluz.
Hay cafés y restaurantes por doquier y ya era hora de comer algo.
Después de tanta caminata, nos sentamos a comer y beber bajo las mantas que cubren las calles de esta parte de la ciudad pues en verano son muy necesarias ya que "Sevilla es una calderilla" en esas épocas. Definitivamente, Septiembre es la mejor época del año para venir al sur de España.
Sevilla si tiene su porción de "maravillas" pero la parte moderna supera en tamaño y por mucho al viejo casco de la ciudad. Si bien aún vive gente en la parte antigua, como lo es el barrio de Santa Cruz, otras de las tradicionales partes de la ciudad, como La Macarena y Triana, ya no son aquellos románticos rincones que cantaron Bécquer y Lorca.
Sin embargo, una visita a la ciudad bien vale la pena. Nosotros programamos solamente un día y medio pero Sevilla merece mucho más tiempo. Uno le debe dedicar por lo menos una semana.
La aplicación nos ofreció indicaciones de como llegar hasta el hotel pero yo preferí la seguridad y ya que aún llovía copiosamente me dirigí a una estación de taxis que estaba a una media cuadra y le pedí a un taxista que me guiara hasta el hotel.
Fue una buena selección: el hotel está a un lado de una gran avenida que nos permitiría salir de la ciudad rápidamente y sin problemas, muy cerca está la parada de un autobús que te lleva hasta el centro de la ciudad, y el hotel cuenta con una sistema de estacionamiento automatizado: llegas con el coche hasta la entrada del estacionamiento, tecleas tu número de reservación o habitación, se abre la puerta y entras con el auto a un elevador que es como un pequeño garaje, el elevador te lleva hasta el nivel del estacionamiento que te corresponde (el nuestro era el primer piso) y se abre la puerta del estacionamiento. Un altavoz indica que cajón que le toca a uno el número del cual también se despliega en una pantalla digital. ¡Excelente!
Subimos al lobby, nos registramos y subimos a la habitación a descansar un poco.
Nuestra suerte cambió ya que después de la comida, salió el sol. La recepcionista nos indicó que autobús tomar para llegar hasta el "casco histórico" de la ciudad y allá nos fuimos.
No tardó mucho tiempo el autobús en llegar y pronto estábamos en la terminal del centro de la ciudad, misma que está a un lado de un bonito parque llamado "La Plaza Nueva":
Caminamos hasta la parte del centro de la ciudad llamada "El Arenal". Este antiguo centro comercial está convertido en una área peatonal. La arquitectura de sus edificios, como la mayor parte de los barrios más viejos de Sevilla, es una mezcla de la España severa, conservadora de mediados del Siglo Veinte con la delicada gracia del estilo morisco.
La influencia de los Moros se nota aún en las pesadas estructuras construidas por la Iglesia, como se puede notar en esta entrada a la Catedral.
Sevilla, como la mayor parte de las grandes ciudades de Europa, ha rodeado su centro histórico con una serie de grandes distritos y barrios modernos y comerciales; pero, a diferencia de la mayoría de las viejas ciudades europeas, ha podido, como Córdoba y Granada al igual que otras ciudades del sur de España, crecer de manera ordenada con grandes avenidas y una planificación urbana que no solamente creo calles de manera estructuralmente correcta sino que incluyó una amplia gama de transporte urbano que invita a no utilizar los autos privados para ir al centro de la ciudad. Como ejemplo está este tranvía:
Se crea así una agradable mezcla de lo nuevo y lo antiguo. El Metro de Madrid es una maravilla de ingeniería urbana pues lo construyeron a una gran profundidad para no molestar las estructuras de la superficie; pero estos tranvías, como los de Paris o Burdeos, son más agradables pues no lo llevan a uno por oscuros túneles como lo hace el Metro sino que uno puede disfrutar de la ciudad pues pasan por en medio de ella sin perturbar a los peatones ni al tráfico vehicular.
Y hablando de pasar por en medio de ella, decidimos hacerle al turista y nos subimos a una calandria para dar un tour a la ciudad. Cerca de los antiguos muros de Sevilla, nos encontramos con un simpático cochero, como se dicen ellos mismos:
Un paseo en calandria es una forma tranquila, sin prisas de ver "las maravillas de Sevilla"; pero el cochero también resultó ser un excelente guía pues no solamente nos indicaba lo edificios y puntos de interés sino que nos contaba historias y leyendas. Sobre todo, y a mi pregunta, nos explicó cómo habían logrado el reconocimiento de la labor a favor del turismo y medio ambiente que hacen las calandrias y de los privilegios de vía que reciben los "vehículos de tracción animal," (vejiculo de tracció animah, de acuerdo al acento andaluz). (Me impresionó como el tráfico de autos y autobuses respeta las calandrias.)
Del río pasamos al parque Maria Luisa. El parque era parte de los jardines del palacio de San Telmo. Pero, en 1893, fue donado a la ciudad por la Duquesa de Montpensier, la infanta Maria Luisa Fernanda. Un poco antes del inicio de la Primera Guerra Mundial, en 1914, la ciudad inició la construcción de lo que sería la Gran Exhibición Ibero-Americana de 1929. La mayor parte del parque fue incorporada a dicha Exposición.
Algunos de los edificios del parque albergaron las oficinas de la Feria; posteriormente se convirtieron en oficinas públicas.
La enorme estructura central de la Feria rodea la mitad del perímetro del parque. Hoy en día alberga museos, oficinas del Ejercito, y oficinas federales.
Ya de regreso al centro de la ciudad, nos fuimos a caminar por el corazón del viejo casco, el Barrio de Santa Cruz. "Hay barrio de Santa Cruz, hay plaza de Doña Elvira," dice la canción.
Lo han limpiado, pintado de colores alegres y sus calles ya no están pavimentadas de piedra bola, pero aún retiene su belleza y encanto..
Aquí es donde se congregan los turistas a tomar sus fotos y con buena razón. Fue el barrio de los Judíos antes de que fueran expulsados de España. Cuenta con algunas de las iglesias más antiguas de Sevilla y de España. La Catedral de la ciudad está aquí pero también la hermosa minarete (convertida en campanario) de la vieja mezquita, la Giralda. Hay mucho que fotografiar y mucho que ver pues las calles están sombreadas por naranjos y pavimentadas con mosaico andaluz.
Hay cafés y restaurantes por doquier y ya era hora de comer algo.
Después de tanta caminata, nos sentamos a comer y beber bajo las mantas que cubren las calles de esta parte de la ciudad pues en verano son muy necesarias ya que "Sevilla es una calderilla" en esas épocas. Definitivamente, Septiembre es la mejor época del año para venir al sur de España.
Sevilla si tiene su porción de "maravillas" pero la parte moderna supera en tamaño y por mucho al viejo casco de la ciudad. Si bien aún vive gente en la parte antigua, como lo es el barrio de Santa Cruz, otras de las tradicionales partes de la ciudad, como La Macarena y Triana, ya no son aquellos románticos rincones que cantaron Bécquer y Lorca.
Sin embargo, una visita a la ciudad bien vale la pena. Nosotros programamos solamente un día y medio pero Sevilla merece mucho más tiempo. Uno le debe dedicar por lo menos una semana.
Este era un viaje de reconocimiento para nosotros y por lo tanto tomamos nota de que deberíamos de regresar y ver las tantas otras "maravillas" de Sevilla. Pero, por ahora, ya era tiempo de seguir adelante y llegar hasta lo que sería lo mejor del viaje: GRANADA!
A ver si se puede comentar...
ResponderBorrarEstupendo!
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