jueves, 29 de enero de 2015

Viaje al Sur de España, Primera Parte: Aranda de Duero

El plan era salir el 13 de Septiembre porque yo no quería pasar mi cumpleaños, el día 15, en la carretera, manejando. Pero, debido a ciertas circunstancias que no voy a mencionar nuevamente para guardar en bien mi salud, no fue así. Salimos, ya se imaginará el/la lector/a, el día 15.

Por lo tanto, en esa fecha, cargamos todo--menos los gatos, los que encargamos a los vecinos--en el auto y nos fuimos rumbo al sur, hacia la frontera con España.


* * * * * * Conversación que sostuvimos al ir saliendo de la ciudad * * * * * *

Claudette
¿Revisaste el aire de las llantas?

Yo
No.

Claudette 
¿Revisaste el aceite del motor?

Yo 
No. 

Claudette
Revisaste el nivel del agua de los...

Yo
Mira, estos autos no necesitan que se les revise nada. Uno puede recorrer 100.000 kilómetros sin tener que abrir la capota del coche. Si se necesita cambiar o agregar algo, el ordenador del auto lo avisa. Por lo tanto, por favor deja de preguntar si revisé esto o aquello. ¡No revise nada! ¡Jamás reviso algo al iniciar un viaje! ¡En mis viajes no hay revisiones, de nada! Solamente me subo al auto y me voy.

(Un silencio sepulcral invadió el interior de coche. Y luego, después de unos minutos:)

Claudette
Pues, cuando yo iba a España con mis padres, ellos no salían de la ciudad sin...

Yo
¡Por Dios, eso fue hace 50 años! En aquellos remotos tiempos un auto difícilmente recorría 50 kilómetros sin que tuviera un desperfecto. Esos autos utilizaban más aceite que gasolina. Las cosas han cambiado un poco desde entonces. Ya no se requiere una manivela para arrancar el motor del auto, los caminos están pavimentados y no hay bandidos en la carretera que lo atraquen a uno. España  ya no parece una pintura de Goya. 

(Se hizo otro silencio y empezó a llover. Puse en marcha los limpia parabrisas y era obvio que se estaban desmoronando de viejos.)

Claudette
Deberías haber revisado los limpia parabrisas. Necesitamos cambiarlos. 

Yo
Arrrgh!

* * * * * * * * * * * *
Son unos 359 kilómetros de Biarritz a Aranda de Duero pero logramos llegar pasados unos minutos de las 15:00 horas. La casa que habíamos contratado para alojarnos está en una zona peatonal; tuvimos que dejar el auto a unas cuadras de ella. (Más tarde, la dueña de la casa nos mostró un estacionamiento más cercano, gratuito y muy a la mano.)

Ya eran las 16:00 horas para cuando la dueña nos entregó las llaves. Esta es una foto del Claudette entrando a la casa.


Realmente toda la casa estaba a nuestra disposición.

Dicen que Dios proteje a los inocentes y a los tontos. No sabíamos que habíamos llegado en el día que iniciaban las "Fiestas." Aranda de Duero es una region vitivinícola, por tanto, la santa patrona de la ciudad es "La Virgen de las Viñas." (Esto prometía un abastecimiento sin limite de vino, gente española de fiesta, y mucho barullo. ¿Qué otra cosa podría esperarnos?)

El pueblo cuenta con docenas de "Peñas", esos clubs sociales cada uno de los que tiene su base en una "Bodega", es decir, un sótano duramente socavado de la piedra sobre la que se construyó el pueblo. Dichas Bodegas se utilizaban para guardar el vino porque son muy frescas, algo húmedas y cuentan con un respiradero que permite la salida de los gases que produce la fermentación, lo que podía ser un peligro para los trabajadores--sin mencionar el daño que puede causar al cerebro humano si no hay un escape para el ruido y truculencia que pueden generar docenas de Españoles ebrios al estar en un espacio encerrado.

Hoy en día, las Bodegas se utilizan mayormente para festejar cenas y fiestas propias de cada Peña. En los días de las Fiestas de la Virgen, cualquiera puede entrar a cualquier Bodega y si se atreve uno, encuentra a un miembro de la Peña que te ofrece vino y algunas tapas para acompañarlo. Por lo general le dan a uno más vino que tapas, pero, bueno, esto es así.

Pero, eso fue algo que experimentamos después. Cuando llegamos a Aranda, estábamos hambrientos y por lo tanto, tan pronto que tomamos posesión de la casa nos fuimos a la parte del pueblo donde hay varios bares y restaurantes. Claro, todos ellos estaban ya repletos de gente tomando vino, riendo, cantando y platicando en ese tono de voz que los españoles practican, es decir a máximo volumen. Queríamos comer la especialidad del pueblo, cordero asado. Por suerte encontramos un restaurante en una calle tranquila que no estaba tan concurrido.



Después de calmar la sed con una cerveza San Miguel (pues había manejado cuatro horas sin parar), ordenamos una media botella de buen vino del Duero, Señorío de Nava, crianza, 2008. Luego pedimos un cuarto de cordero, el que llegó en un plato de barro caliente y aromático.

El cordero venía acompañado de ensalada y es magnífico pan típico de León y Castilla. Aquí está una foto que mejor lo describe.


Bueno, panza llena, corazón contento--y sed satisfecha--nos fuimos a explorar el pueblo. ¡Vaya que si estaba de fiesta! Para cuando salimos del restaurante, los bares estaban aún más repletos, todas las mesas de todos los bares estaban ocupadas, las calles estaban llenas de gente, muchas de ellas disfrazadas de curiosos personajes, y las bandas de las Peñas tocando y tocando.

Cada Peña tiene su propia banda y en ocasiones como esta, se unen para tocar música por las calles. Primero tocan frente a la entrada de la Bodega y después, tras beber amplias cantidades de vino y otros licores que les ofrecen sus amigos y compañeros de Peña, se van con sus instrumentos, extrañas vestimentas, caras pintadas y vasos de vino en mano, a tocar y bailar por las calles del pueblo.

Las bandas tocan canciones populares y también tradicionales. Pero, de cuando en cuando, dejan de marchar y tocan una "jota", la tradicional música bailable de esta región de España y a la gente que les va siguiendo se le invita a que se pongan a bailar:

  
Pensamos, "¡Que suerte! Esto es magnifico y muy folklórico. Llegamos justo cuando la gente del pueblo está de fiesta. Lo que no sabíamos es que dicha festividad estaba programada para durar hasta las cuatro de la mañana del día siguiente y que esto dura siete días. Y, estábamos alojados justamente en el centro de toda esa actividad. De buenas que las ventanas de la casa son dobles y amortiguan el ruido.

Supuestamente, todo esto es en honor a la Virgen; por lo tanto, uno se imaginaría que el centro de actividad sería la iglesia. Pero, pasamos frente a ella y no había un alma. De hecho, ¡estaba cerrada!


RIEN Á VOIR! CIRCULEZ! CIRCULEZ!

Ya que no había que ver en la iglesia, seguimos adelante en dirección de donde parecía emanar mucha música y jolgorio. La calle donde están los bares y "asadores", restaurantes cuya especialidad es el asado de cordero, parecía ser donde iniciaban su recorrido las bandas de las Peñas.  Frente a uno de los más celebres bares estaba tocando una de las más celebres bandas de Peña.



El silencio reinó en el pueblo durante la siguiente tarde. De hecho, pensamos que las "Fiestas" se habían terminado; pero, ese no era el caso. Era solamente un descanso antes de seguir con el fandango, una especie de recuperar el aliento colectivo para seguir el jolgorio con la "Verbena" de esa noche.



Así lucía el pueblo después del estruendo y barullo de la noche/madrugada anterior. Todo mundo descansaba para seguir con la fiesta al llegar la noche. Nótese la pintura que simula ser un casa. La que estaba ahi fue demolida y para que no se viera el espacio como un diente que falta en una dentadura, se colocó ese trompe-l'oeil. Me informaron las gentes del bar que está a un lado que es reglamento del municipio poner estos tromp-l'oeil hasta que se construya una nueva edificación para que no de mal aspecto al pueblo. Otra forma de cumplir con esto es dejar la fachada intacta, como lo hicieron en la casa de la izquierda. Nótese como se ve el cielo por la ventana.

La "Verbena" resultó ser un "concierto" (lease estruendoso rock moderno), baile con música folklórica, mucha bebida y barullo hasta las cuatro o cinco de la mañana siguiente. Todavía a las seis de la mañana pasaban gentes con copas de vino o vasos de cerveza en la mano, riendo, cantando y festejando.

Nosotros nos habíamos acostado temprano, como a las doce de la noche. Afortunadamente, las ventanas dobles de la casa nos permitieron dormir a pesar de la música y el barullo. Nos levantamos como a las nueve de la mañana y deseando desayunar con café y pan, salimos a las tranquilas calles que aún dormían la mona. Pasamos por un comercio que es tanto farmacia como expendio de jamón. "Muy apropiada combinación," comenté. Pero, los sandwiches que venden son deliciosos, con excelente jamón Ibérico y pan de la región.


Después de comprar unos sandwiches para la comida, encontramos la única panadería abierta a esas horas. La amable dueña nos sirvió un excelente café con leche y pastelillos. Es un lugar muy agradable, grande y bien decorado. Siendo el único que estaba abierto, estaba concurrido.

Nuestra última noche en Aranda fue como una gran final: todas las bandas de las Peñas se pasearon por las calles tocando aires de toda clase, les seguían los adeptos a cada Peña. Cuando las bandas llegaban a sus respectivas Bodegas, los miembros y seguidores, familias y amigos, las seguían hasta el interior de las mismas para tomar vino y comer unas tapas mientras las bandas seguían tocando. El ruido en el interior de las Bodegas era infernal pero la gente parecía disfrutarlo pues bailaban, reían y, claro, tomaban vino.

Esto duró nuevamente hasta las altas horas de la noche y continuó hasta la madrugada.

No contentos con el ruido de las bandas y el jolgorio general, a las doce de la noche empezó la pirotecnia que iluminó la noche y cuyos estruendos apenas eran audibles sobre el ruido de la gente y las Bandas.

La mañana siguiente, después de más café y descanso, nos fuimos a nuestra siguiente parada: Toledo. Ya les platicaremos nuestras aventuras ahí en nuestro próximo blog.

jueves, 22 de enero de 2015

Viaje al Sur de España, Cuarta Parte: Sevilla



Antes de iniciar este escrito de mi blog, un amable recordatorio: solamente restan 19 días de mi campaña para auto publicar mi próxima novela en inglés, español y francés. Aquí está la liga. Por favor visítenla y compartan la liga con sus listas de amigos y conocidos:
https://www.indiegogo.com/projects/mrinalika-a-third-world-romance-novel/x/8737005

Bien, pues vámonos a Sevilla: "¡Quien no ha visto Sevilla, no ha visto maravilla!"
La ciudad no era una "maravilla" cuando llegamos a ella pues estaba cayendo una tromba. Para empeorar las cosas, no habíamos recibido confirmación de nuestro futuro anfitrión y, por tanto, no teníamos donde alojarnos. El tráfico era intenso y para cumplir con la Ley de Murphy, los limpiaparabrisas estaban en tan mal estado que casi no veía yo el camino.
En una calle tranquila, encontré un espacio donde estacionar el coche y mientras la lluvia repicaba sobre el techo de auto, SIRI, la maravillosa aplicación que uno encuentra en los dispositivos de Apple, nos rescató. Utilicé el iPhone de Claudette para pedirle que encontrara algún hotel cercano a donde estábamos en ese momento.
Resultó que estábamos en el barrio de la Macarena, una de las partes más tradicionales e históricas de la ciudad; SIRI nos informó que habían seis hoteles en el área. Escogí el más cercano, llamé al teléfono que ofreció SIRI e hice una reservación.

La aplicación nos ofreció indicaciones de como llegar hasta el hotel pero yo preferí la seguridad y ya que aún llovía copiosamente me dirigí a una estación de taxis que estaba a una media cuadra y le pedí a un taxista que me guiara hasta el hotel.

Fue una buena selección: el hotel está a un lado de una gran avenida que nos permitiría salir de la ciudad rápidamente y sin problemas, muy cerca está la parada de un autobús que te lleva hasta el centro de la ciudad, y el hotel cuenta con una sistema de estacionamiento automatizado: llegas con el coche hasta la entrada del estacionamiento, tecleas tu número de reservación o habitación, se abre la puerta y entras con el auto a un elevador que es como un pequeño garaje, el elevador te lleva hasta el nivel del estacionamiento que te corresponde (el nuestro era el primer piso) y se abre la puerta del estacionamiento. Un altavoz indica que cajón que le toca a uno el número del cual también se despliega en una pantalla digital. ¡Excelente!

Subimos al lobby, nos registramos y subimos a la habitación a descansar un poco.

Nuestra suerte cambió ya que después de la comida, salió el sol. La recepcionista nos indicó que autobús tomar para llegar hasta el "casco histórico" de la ciudad y allá nos fuimos.

No tardó mucho tiempo el autobús en llegar y pronto estábamos en la terminal del centro de la ciudad, misma que está a un lado de un bonito parque llamado "La Plaza Nueva":


Caminamos hasta la parte del centro de la ciudad llamada "El Arenal".  Este antiguo centro comercial está convertido en una área peatonal. La arquitectura de sus edificios, como la mayor parte de los barrios más viejos de Sevilla, es una mezcla de la España severa, conservadora de mediados del Siglo Veinte con la delicada gracia del estilo morisco.


La influencia de los Moros se nota aún en las pesadas estructuras construidas por la Iglesia, como se puede notar en esta entrada a la Catedral.


Sevilla, como la mayor parte de las grandes ciudades de Europa, ha rodeado su centro histórico con una serie de grandes distritos y barrios modernos y comerciales; pero, a diferencia de la mayoría de las viejas ciudades europeas, ha podido, como Córdoba y Granada al igual que otras ciudades del sur de España, crecer de manera ordenada con grandes avenidas y una planificación urbana que no solamente creo calles de manera estructuralmente correcta sino que incluyó una amplia gama de transporte urbano que invita a no utilizar los autos privados para ir al centro de la ciudad. Como ejemplo está este tranvía: 


Se crea así una agradable mezcla de lo nuevo y lo antiguo. El Metro de Madrid es una maravilla de ingeniería urbana pues lo construyeron a una gran profundidad para no molestar las estructuras de la superficie; pero estos tranvías, como los de Paris o Burdeos, son más agradables pues no lo llevan a uno por oscuros túneles como lo hace el Metro sino que uno puede disfrutar de la ciudad pues pasan por en medio de ella sin perturbar a los peatones ni al tráfico vehicular.

Y hablando de pasar por en medio de ella, decidimos hacerle al turista y nos subimos a una calandria para dar un tour a la ciudad. Cerca de los antiguos muros de Sevilla, nos encontramos con un simpático cochero, como se dicen ellos mismos:


Un paseo en calandria es una forma tranquila, sin prisas de ver "las maravillas de Sevilla"; pero el cochero también resultó ser un excelente guía pues no solamente nos indicaba lo edificios y puntos de interés sino que nos contaba historias y leyendas. Sobre todo, y a mi pregunta, nos explicó cómo habían logrado el reconocimiento de la labor a favor del turismo y medio ambiente que hacen las calandrias y de los privilegios de vía que reciben los "vehículos de tracción animal," (vejiculo de tracció animah, de acuerdo al acento andaluz).  (Me impresionó como el tráfico de autos y autobuses respeta las calandrias.)


El cochero nos llevó por la orilla del río Guadalquivir, el que es un puerto de gran calada; pero también "sus aguas son la sangre que corre por las venas de Andalusia" como dijo el cochero poeta. El río está bordeado en ambos lados por avenidas que lucen grandes palmeras que le dan un aire tropical a la ciudad.

Del río pasamos al parque Maria Luisa. El parque era parte de los jardines del palacio de San Telmo. Pero, en 1893, fue donado a la ciudad por la Duquesa de Montpensier, la infanta Maria Luisa Fernanda. Un poco antes del inicio de la Primera Guerra Mundial, en 1914, la ciudad inició la construcción de lo que sería la Gran Exhibición Ibero-Americana de 1929. La mayor parte del parque fue incorporada a dicha Exposición


Algunos de los edificios del parque albergaron las oficinas de la Feria; posteriormente se convirtieron en oficinas públicas.


La enorme estructura central de la Feria rodea la mitad del perímetro del parque. Hoy en día alberga museos, oficinas del Ejercito, y oficinas federales.


Ya de regreso al centro de la ciudad, nos fuimos a caminar por el corazón del viejo casco, el Barrio de Santa Cruz. "Hay barrio de Santa Cruz, hay plaza de Doña Elvira," dice la canción.



Lo han limpiado, pintado de colores alegres y sus calles ya no están pavimentadas de piedra bola, pero aún retiene su belleza y encanto..


Aquí es donde se congregan los turistas a tomar sus fotos y con buena razón. Fue el barrio de los Judíos antes de que fueran expulsados de España. Cuenta con algunas de las iglesias más antiguas de Sevilla y de España. La Catedral de la ciudad está aquí pero también la hermosa minarete (convertida en campanario) de la vieja mezquita, la Giralda. Hay mucho que fotografiar y mucho que ver pues las calles están sombreadas por naranjos y pavimentadas con mosaico andaluz.


Hay cafés y restaurantes por doquier y ya era hora de comer algo.


Después de tanta caminata, nos sentamos a comer y beber bajo las mantas que cubren las calles de esta parte de la ciudad pues en verano son muy necesarias ya que "Sevilla es una calderilla" en esas épocas. Definitivamente, Septiembre es la mejor época del año para venir al sur de España.


Sevilla si tiene su porción de "maravillas" pero la parte moderna supera en tamaño y por mucho al viejo casco de la ciudad. Si bien aún vive gente en la parte antigua, como lo es el barrio de Santa Cruz, otras de las tradicionales partes de la ciudad, como La Macarena y Triana, ya no son aquellos románticos rincones que cantaron Bécquer y Lorca.

Sin embargo, una visita a la ciudad bien vale la pena. Nosotros programamos solamente un día y medio pero Sevilla merece mucho más tiempo. Uno le debe dedicar por lo menos una semana. 
Este era un viaje de reconocimiento para nosotros y por lo tanto tomamos nota de que deberíamos de regresar y ver las tantas otras "maravillas" de Sevilla. Pero, por ahora, ya era tiempo de seguir adelante y llegar hasta lo que sería lo mejor del viaje: GRANADA!

lunes, 5 de enero de 2015

Viaje al Sur de España, Tercera Parte: Córdoba

Llegamos a Córdoba temprano en la tarde en día gris, lluvioso. La lluvia no era un chubasco sino una pertinaz llovizna de esas que llamamos en México chip-chipi y que son más una molestia que un problema.

Me sorprendió lo moderno de la ciudad. Esperaba que las tropas del Califa Al Hakam II nos marcaran el alto frente a las puertas de Qurtubah para preguntarnos que asunto nos traía a la capital del Emirato Islámico. En lugar de ello, encontramos una ciudad moderna de amplias avenidas y calles bordeadas de palmares e imponentes puentes franqueando el Rio Guadalquivir.




Las banquetas del bello Paseo de Córdoba

El tráfico de las calles era el propio de una ciudad de 325,000 habitantes; pero, era un tráfico tranquilo, sin agresiones, como si la gente no tuviera prisa por llegar a donde iban. Nos dio la sensación de estar en una ciudad tropical; y no por nada, pues el clima de Córdoba esta clasificado como subtropical-mediterraneo.

Nos había indicado la persona que nos rentó alojamiento mediante Air BandB que deberíamos de salid de la ciudad vía la carretera que va rumbo a Villa del Río, una población cercana. Nos dijo que buscáramos un restaurante llamado "Las Torres" que estaría a la orilla de la carretera. Una vez estacionados ahí, le deberíamos de llamar a nuestra anfitriona y ella vendría en su auto para guiarnos hasta su casa.

Esto resultó problemático pues nuestro GPS no encontró el camino a Villa del Río. La información del GPS respecto las calles de Córdoba estaba caduca. (Nota a mi mismo: JAMAS ir a otro país con información obsoleta en el GPS.) Los letreros tampoco nos sirvieron pues como es costumbre en España, una vez que uno está en la ciudad, los letreros dan pocas indicaciones de como salir de ella.

Afortunadamente, nuevamente nos rescató la policía. Vimos un agente en motocicleta que estaba platicando con el chofer de un auto. Nos estacionamos detrás del este y me acerqué al policía para pedir ayuda. Cuando el chofer del auto escuchó que estábamos perdidos, nos dijo que él era policía y ofreció mostrar el camino hacia Villa del Río.

Lo seguimos y pronto nos apuntó hacia una avenida que era la salida de la ciudad. Nos dijo que siguiéramos esa ruta y cruzáramos el puente. Efectivamente, una vez que estábamos en el otro lado del río, el señalamiento nos indicó el camino a Villa del Río.

El restaurante que nuestra anfitriona había indicado está a ocho kilómetros de Córdoba. Nos preocupó un poco estar tan lejos de la ciudad pero ya nos habíamos comprometido a esa reservación y decidimos seguir adelante.

Llamamos a nuestra anfitriona, ya estando estacionados frente al restaurante, y ella llegó unos diez minutos después. Resultó ser una mujer de baja estatura con un a cara y acento muy Andaluz. De sonrisa cálida y manera amigable, de inmediato nos agradó. Después de las acostumbradas presentaciones, la seguimos hasta su casa.

Fue una buena idea de ella el venir a encontrarnos pues el camino a su casa es un poco complicado. Se requirió cruzar la carretera, cruzar un puente sobre un arroyo y luego seguir un camino rústico, que no presentaba ninguna indicación o señalamiento, hasta un solar bien alejado de la carretera.

Pero, la casa resultó simpática y acogedora. Córdoba sufre fuertes calores en verano y la casa se construyo de acuerdo a ello: cuenta con una amplia veranda que esta cubierta y rodeada de plantas, la casa está orientada norte a sur para que los vientos que prevalecen corran por toda ella y las ventanas no estén a la merced del sol de la mañana o la tarde. A unos cuantos metros vimos una piscina que la anfitriona nos dijo comparte con las familias de sus hermanos y hermanas, las que viven en el mismo solar. El patio de la casa estaba en plena sombra gracias a grandes y viejos árboles. Encontramos que nuestra habitación, amplia y confortable, estaba en el lado norte de la casa, el lado más fresco de acuerdo a nuestra anfitriona.

Después de instalarnos en la habitación, nos sentamos en la veranda a tomar bebidas frescas que nos ofreció nuestra anfitriona. Le preguntamos el camino a la parte antigua de Córdoba, la Córdoba tras las murallas del Califa. Ella nos ofreció mostrarnos el camino.

La seguimos en nuestro auto y nos llevó hasta un gran centro comercial.

"Les aconsejo que dejen su auto aquí," nos dijo, "porque no está permitido estacionarse en la calles cercanas a esa parte de la ciudad y los estacionamiento de paga son muy caros. Estamos muy cerca y se puede caminar hasta ahí; hay autobuses y taxis que los pueden regresar hasta este centro comercial si están demasiado cansados para regresar a pie."

Compramos un par de paraguas baratos en la tienda de un Chino. Los inmigrantes Chinos parecen estar en todas as ciudades grandes de España y la mayoría de ellos son dueños o trabajan en tiendas que venden artículos fabricados en China.

La lluvia aminoro cuando íbamos caminando hacia la Córdoba antigua y pronto cesó de llover. La caminata resultó muy agradable pues el aire estaba fresco y perfumado gracias a la lluvia. Una vez que las murallas de la ciudad estaban "a tiro de piedra", como se dice en México, nuestra anfitriona se despidió y continuamos solos. En breve estábamos, como los bárbaros de la antigüedad, ante las puertas de la ciudad.

Esta es una de la antiguas puertas de la ciudad.


Esto es lo que encontramos una vez que estábamos dentro.

Es difícil describir fielmente la belleza de la ciudad, con sus paredes blancas y sus balcones llenos de flores. Pero, aún siendo tan bella hoy en día, no es lo que los relatos dicen fue en sus días de gloria cuando era una de las ciudades más grandes del mundo y un centro sin paralelo del arte, la literatura, la ciencia, los estudios religiosos, el comercio y la enseñanza.

A diferencia de ciudades que han sucumbido al comercio turístico, como Toledo, Carcassonne, o Taxco en México, la Córdoba antigua, la ciudad tras las murallas, aún es un lugar donde vive gente que lleva una vida normal y donde los pueblerinos son más numerosos que los turistas. Pero, siendo justos, hay que decir que los habitantes locales no se mezclan con las multitudes de turistas, sobre todo en los lugares más visitados como son la Gran Mezquita, la Catedral, o los jardines el Alcázar.



Los jardines del Alcázar.

No por ello quiero decir que la antigua ciudad no tiene su cuota de tiendas que venden chucherías y cosas para turistas. Si las tiene. Pero, no son tan abundantes como lo son en Toledo, por dar un ejemplo. De hecho, estas están restringidas a una pequeña parte del área intramuros. Esto fue una agradable sorpresa.


La sección de restaurantes de tiendas

Ese primer día lo dedicamos a estudiar el plan general de la vieja ciudad y a planificar la visita del día siguiente. Tomamos nota de como llegar a la Mezquita-Catedral, a los jardines, y a otros sitios de interés y, debido a que empezó a llover nuevamente, en que punto podíamos abordar un autobús para regresar al centro comercial donde habíamos dejado el auto.

Una vez que habíamos regresado a casa, nos sentamos en la veranda, en compañía de nuestra anfitriona, y compartimos vino, queso y jamón que compramos en el centro comercial. Nuestra anfitriona nos dijo que el gran solar donde esta su casa y las de sus familiares es de propiedad común entre todos sus hermanos y hermanas. Como toda familia gitana, les gustas vivir en comunidad, cerca unos de los otros, compartiendo cosas, ayudándose unos a los otros.

Al meterse el sol, el aire cálido y húmedo cedió su lugar a la brisa fresca de la noche. Dado que estábamos en plena campiña, como dijo García Lorca, "se apagaron los faroles y se encendieron los grillos." En la lejanía se escuchaba una guitarra y el canto suave de una voz femenina. "Son mij sobrina, que lej gutaa mucho tocaa la guitaa y cantaa," dijo la anfitriona con su acento gitano.

Nos retiramos temprano anticipando que el día siguiente sería largo y ajetreado.

Nos despertamos temprano la siguiente mañana. Tomamos café en la veranda y nuestra anfitriona nos ofreció lo que se come en el desayuno en el sur de España: pan tostado rociado de aceite de oliva y aderezado con salsa de tomate.

Nos fuimos en el auto. Nuevamente, nos estacionamos en el espacio cubierto del centro comercial. No hay estacionamiento en las calles cercanas a la ciudad antigua porque, como descubrimos, una ley municipal prohibe la circulación de autos en un amplio radio en torno a los vetustos muros para protegerlos de la contaminación. Solamente se permiten autobuses eléctricos y taxis híbridos así como calandrias tiradas por caballos. No se cuanto se respete dicha ley pero si es evidente la ausencia de smog en el área.

Por cierto, Córdoba, en su totalidad, está relativamente libre de contaminación. Los días que estuvimos ahí el cielo estaba claro y limpio; también le ayuda que los vientos del Mediterráneo ayudan a disipar el ambiente.

Una vez que estábamos dentro de los muros, nos apuramos a recorrer las estrechas calles hasta el gran patio que está frente a la Mezquita.





Esta es una de las varias calles que le llevan a uno desde una de las puertas de la ciudad hasta el centro de esta. Utilizando como guía la torre de la catedral, llegamos hasta el gran patio que aún utiliza el mismo sistema de canales de irrigación que los Moros instalaron hace más de mil años.



Esta fotografía no es muy buena, que digamos, pero claramente se ven los canales de irrigación del "patio de los naranjos". Al fondo se ve la torre de la catedral. Como descubriríamos aquí y en Granada, los Moros no solamente aprovecharon el agua disponible para cosechar granos y frutos, sino que también la utilizaron de manera genial para decorar y proveer confort. Por doquier instalaron fuentes que tranquilizan con su suave murmullo, espejos de agua que refrescan el aire y reflejan el azul del cielo. Los canales de distribución también proveen agua a macetas con flores y para la limpieza de las calles.

Encontramos que no había necesidad de apurarnos tanto pues el gran patio de los naranjos y la mezquita son tan amplios que a pesar de los numerosos turistas no se notaban amontonamientos ni largas colas para entrar a la Gran Mezquita-Catedral. Compramos los boletos y de inmediato entramos por la puerta principal.


¿Cómo describir algo tan sereno y perfecto pero que ha sido arruinado por la estupidez de un fervor religioso mal aconsejado? Uno puede ver la intención original de los arquitectos Moros que quisieron hacer sentir a los creyentes que estaban ante el infinito y la perfección mediante la repetición de columnas y arcos.


La amplitud de este espacio le permite a uno imaginar como era posible que devotos musulmanes pudieran sentarse en las partes más tranquilas de la Mezquita a leer el Corán mientras grupos de escuelas religiosas enseñaban a los niños a leer el Libro Sagrado y la voz lejana del Muezzin llamaba a los fieles a rezar ante la gran puerta que apunta hacia la Mecca.

Si bien las columnas nos pueden crear la ilusión que estamos en aquellos tiempos, la ilusión se rompe cuando al caminar uno entre estos delicados y bellos ejemplos del arte Musulmán se ve uno sorprendido por esto:


Con el deseo de borrar el Califato, desaparecer toda señal del Islam de Córdoba y doblegar el espíritu de la ciudad, Carlos V ordenó que la Mezquita fuera convertida en una Catedral cristiana. Sin embargo, cuando la visitó con motivo del fin del trabajo, dijo algo así según los textos: "...tomaron algo único en el mundo y lo destruyeron para crear algo que uno puede encontrar en cualquier ciudad." Yo me atrevería de ir más allá y al decir que violaron la perfección para producir una vulgar muestra de poder y vanidad.

Pero, lo que sobrevivió es de incomparable belleza. Me recuerda a aquel tipo de matemáticas llamado "Fractales" que toman una ecuación simple y mediante innumerables repeticiones producen objetos de complicada belleza. El arte del Islam es así. Toma una figura geométrica simple, la repite un sin número de veces, e incrusta entre el patrón resultante repeticiones de una frase del Corán para crear un efecto deslumbrante. No hay mejor ejemplo de este arte que la Mirhab, la puerta que apunta hacia la Mecca:



Sugiero que mi fiel media docena de lectores sigan esta liga para leer un poco más e informarse mejor sobre esta maravillosa construcción y su muy interesante historia:

http://en.wikipedia.org/wiki/Mosque–Cathedral_of_Córdoba#The_Reconquista

Pero, dado que debemos seguir con la narración de nuestra visita a la ciudad, les contaré que la tristeza que sentimos cuando vimos lo que se le había hecho a la Mezquita, se disipó cuando nos fuimos a deambular por las partes más tranquilas y serenas de la ciudad, es decir, donde viven los auténticos habitantes.

Caminamos sin rumbo fijo por una de las estrechas calles que conforman el corazón de la ciudad:


Esta calle, como tantas otras, lucía impecable: sus paredes pintadas de blanco, la limpieza de su empedrado, y hasta las ventanas que daban hacia la calles parecían haberse aseado con ocasión de nuestra visita. La lechada de los muros daba a las calles una apariencia prístina, como si la construcción de las casas fuera reciente. El reflejo solar hubiera resultado abrumador si no fuera por el verde de las plantas y árboles, así como las muchas flores que encontramos en el camino.


Las gruesas puertas de las casas y las rejas de sus ventanas eran señales de que los habitantes de esta parte de la ciudad deseaban que se respetara su privacidad. Sin embargo, cuando alguna puerta abierta lo permitía, pudimos ver, con la debida discreción, algo de los jardines interiores y patios como este:


O este:


Nosotros los Mexicanos heredamos de los Españoles el gusto por las plazas y los espacios abiertos en el corazón de los pueblos y ciudades; en ellos, la gente puede convivir, descansar y encontrar alivio del calor bajo la sombra de los árboles; además, estas plazas permiten sentir la esencia del pueblo porque generalmente se encuentran rodeadas por--y a la vista de los ciudadanos--los "tres poderes": la iglesia, el gobierno y el comercio.

Al final de una interesante calle,


...tuvimos que doblar a la derecha y encontramos esto:


Esto es lo que llamamos nosotros "una plazoleta." Es decir, un espacio abierto que no es la plaza principal de un pueblo pero tiene las características de estas. Encontramos que esta plazoleta contaba con un restaurante en un costado, el Museo de Arqueología en el otro y grandes casas residenciales en los restantes dos lados. En la foto se pueden apreciar unos grandes postes blancos en medio de la calle. Estos se bajan o suben para permitir o negar la circulación de vehículos. Solamente los residentes y vehículos oficiales cuentan con dispositivos que les permite circular por estas calles.

Nos sentámos bajos los árboles a beber y comer algo.




Notamos que un mesero del restaurante cortaba lonjas de un jamón "pata negra" entero. Le tomé una foto cuando iba saliendo del restaurante con el jamón pero no, desafortunadamente, cuando cortaba las lonjas. Pedí a nuestro mesero una "porción" de jamón y olivas condimentadas para acompañar nuestras cervezas. Ambas cosas resultaron a la altura de los acostumbrado en España: ¡excelentes!



Las casas frente a la plazoleta son mucho más sustanciales que aquellas que se amontonan a los lados de las estrechas calles. Esta es un ejemplo de ellas:


Disfrutamos de nuestro tranquilo y reposado almuerzo y sintiéndonos recuperados tomamos el camino de regreso al centro de la ciudad. Nos regresamos vía otra serie de calles igualmente interesantes.


Nuevamente pasamos frente a la Catedral con su masiva y poco elegante torre de campanario:


Y también frente a la otrora hermosa puerta Morisca que arruinaron con la "adaptación" que se le hizo para que portara iconografía Cristiana:


Salimos de la ciudad por lo que queda del tiempo en que los Romanos eran los dueños de Hispania: el llamado "Puente Romano."



El Puente Romano con su puerta fortificada

Quisimos regresar al centro comercial en autobús y por tanto le esperamos en la parada de las calandrias.


En esta calle de nombre muy apropiado esperan las calandrias a los clientes:


Digo que es un nombre muy apropiado porque los Moros amaban con pasión el agua y el río que se las brindaba: el Guadalquivir. La presencia de los árabes se siente aún en Córdoba pues esta está en la música, en los nombres de los lugares, en la comida y, sobre todo, en la arquitectura. Pero, y más importante, está en el espíritu de la ciudad que es donde su legado es más profundo. Como me dijo un residente, "Somos más Moros que Españoles."

De regreso a casa, comentamos que era una lástima que habíamos programado tan poco tiempo de estancia en Córdoba, la que merecía mucho más; nos prometimos que el próximo Septiembre dedicaríamos toda una semana a visitar no solamente la parte antigua sino también la parte moderna de la ciudad, la que también tiene muchas cosas que ofrecer.

Ya en compañía de nuestra anfitriona, tomamos vino y compartimos anécdotas sobre la ciudad. El día siguiente tomamos la carretera E5 hasta nuestro próximo destino: ¡Sevilla!